El Viento:
Uno de los principales inconvenientes de trabajar en el campo es el persistente viento. A pesar de que nos pueda parecer que existe una absoluta calma cuando miramos por el visor vemos como nuestra flor se mece de un lado a otro sin parar ni un instante.
Para reducir en la medida de lo posible podemos situar nuestra mochila o algo de ropa amparando a nuestro sujeto de la acción del viento. También podemos destinar un reflector a esta misión
Es muy útil construir un paravientos con unas varillas de fibra y un plástico transparente. No es necesario que sean muy grandes, los situaremos en forma de semicírculo alrededor del sujeto impidiendo que llegue el viento a él. Estará lo suficientemente lejos para salir completamente desenfocado, viéndose tan sólo el fondo a su través.
Un recurso útil, barato y poco pesado lo constituye el uso de una aguja de calcetar gruesa y varias pinzas del pelo con las que abrazaremos el tronco de la plantita que deseemos fotografiar.
De todas formas incluso con rachas de viento fuertes suele haber unos instantes de calma cada cierto tiempo, con un poco de paciencia (a veces mucha) es posible obtener nuestra foto.
El viento puede hacer recomendable también el uso de flash, aunque si bien congela el movimiento es difícil disparar justo cuando el sujeto está a foco.
La Difracción:
Lamentablemente cuando trabajamos por encima de la relación 1:1 se producen fenómenos de difracción en las laminillas del diafragma que producen una gran perdida de definición al rodear de un ligero halo los detalles más finos. Debido a este fenómeno es contraproducente cerrar demasiado el diafragma. En general podemos diafragmar hasta f:22 con una relación inferior a 2:1, f:16 e incluso f:11 entre las relaciones 2:1 y 4:1, por encima de estas relaciones es mejor no llegar a f:11.
Con películas de sensibilidad elevada (>400 Asa) podemos diafragmar más debido a su baja capacidad de definición, pero a costa de un grano bastante evidente.
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